Pinacoteca

viernes, febrero 17, 2006

Luz verde

Tocó a la ventana. Le indiqué que no tenía dinero. Tocó más fuerte. Señalaba hacia algo dentro de mi carro. Seguí su dedo y descubrí el café que había comprado unos minutos antes. Bajé un poco la ventana. “No tengo dinero.” “¿Me puedes dar un poco de tu café?” “¿Dónde lo voy a echar?” Saca las pocas monedas que habían dentro de su vaso de fast food, sopló, puso las monedas en su bolsillo y estiró el recipiente. La luz tornó verde. Puse el carro a un lado para no interrumpir el tráfico de la avenida. Le di mitad de mi café. “¡Gracias!” Siguió tocando ventanas, una a una. Y yo quedé en mi carro, esperando que la luz volviera a cambiar. No hablaba bien el español. ¿De dónde era? ¿Cómo llegó a vivir en la calle, a estar desempleado? La luz volvió a estar verde…y él se quedó atrás, junto con ella.

lunes, febrero 13, 2006

Placeres

-Beautiful Otherness por DZine


Tomar café mientras tengo una buena conversación con alguien. No tiene que ser un conocido, simplemente, alguien que me estimule. Leer un libro que me enrede en su trama de tal manera que no pueda soltarlo, que me convierta en uno de sus personajes, que la historia me persiga en los sueños. Si estoy tomando una taza de café mientras lo hago, mejor. Salir de lo cotidiano, hacer algo distinto para variar la rutina. Viajar sola y quedarme en hostales para conocer gente nueva, de otras culturas y hacer amigos temporeros. Visitar museos para conocer más de mí. Dormir con mi pareja. Hacer el amor en la mañana para despertar los sentidos poco a poco. Comer eclairs en París, churros en Madrid y tomar Dünkelweiss Bier en Munich. Hacer reír a alguien…Cocinarle a mi familia y a mis amistades. Hacer algo por alguien sin esperar nada a cambio aunque sea una vez al día. Ir en tren para poder leer y no tener que manejar. Escuchar música que vaya con mi humor del momento y perderme en ella…

lunes, febrero 06, 2006

Cine Mesmer


El compañero Héctor Del Manzano, hombre brillante y excesivamente creativo, no puede contener más su talento y tendrá su debut este próximo viernes. Estoy segura que será una sorpresa que alimentará todos los sentidos. ¡Separen la fecha!

Para escuchar un pedacito de lo que presentará Héctor esa noche pasen por aquí

10 de febrero, taller cé en río piedras @ 9:30 pm


La diosa enlutada


Tenía la daga en la mano. Estaba lista. Sólo tenía que llegar hasta su recámara con el pretexto de ver cómo seguía la herida que unos días antes mi madre y yo le curamos con las artes que aprendimos de nuestras abuelas. Lo cierto es que el viento del sur lo trajo una noche, pidiendo asilo del invierno que estaba pronto a comenzar. Entró en nuestro castillo, para que no se dijera en tierras lejanas que la reina y la princesa de Irlanda eran mujeres gélidas, como los vientos de la isla en la que moran. Al verlo, sentí algo extraño en mi corazón, un sentimiento inexplicable que me robaba el aliento pero fue sólo por un segundo imperceptible. Luego la brisa se llevó la sensación que había hecho palpitar mi corazón.

En los días subsiguientes, entendí que el hombre que dice llamarse Trovaldo el arpista es en realidad Tristán de Lyonesse. Por más que tratase de disfrazarse como hombre simple, rudo, y sin educación, era imposible. Tenía el porte de un caballero de la corte del gran Rey Arturo y eso siempre se hace notar. Los aires comenzaron a batir con rumores de sus acciones en la corte del Rey Mark de Cornualles; de cómo la muerte apagó la vida de mi hermano Morold, Rey de la gran isla de Irlanda, en manos de una espada prodigiosa, una espada, que se encontraba cómo huésped en nuestro castillo.

Una mañana álgida, en el agua que usaba para el aseo, vi las imágenes de eventos que aún no han transcurrido; grandes distancias, sufrimientos, un gran amor, y hasta muertes. Mi hermano, Tristán, el Rey Mark…nuestros destinos estaban entrelazados y llevados de la mano por la muerte. ¿Por qué? ¿Por qué tiene que ser así? No. No estoy dispuesta a aceptar este destino que me han mostrado. Soy mi propio camino.

Esa noche. Esa misma noche encontré el valor para tomar la daga en mi mano, la que se dedicaba a las artes mágicas y al culto de la diosa brillante, ahora sería el instrumento de la diosa sombría. El destino no me iba a tomar por los pelos.

Su herida era el pretexto perfecto. Recorrí los pasillos del castillo hacia su aposento, convenciendo a mi dama de compañía que no la necesitaba, que bien podía cambiar las vendas sin su ayuda. Entré en la recámara sigilosa como sombra. Estaba tirado en la cama. ¡Si supiera lo indefenso que se ve!

Poco a poco, envuelta en una capa de tinieblas, llegué hasta su lado. Levanté el arma en el aire. “Oh, Diosa de la Noche, Madre de la Oscuridad, en tu nombre termino la vida de este hombre”. Entonces cayó la daga en la almohada.

- No entiendo. ¿Qué pasó? - Trovaldo me miraba, sus ojos resplandecientes.

- Parece que tu Diosa no quería que muriera.

El mismo sentimiento había vuelto, ese que tuve el día en que pose mis ojos en los suyos.

- Entonces, ¿es así cómo se siente el amor? – inquirí, al aceptar el destino que me había sido entregado.

- No sabría decirte. Nunca lo había sentido anteriormente – respondió, su voz trémula y hasta tímida.

- ¿Un caballero sin un gran amor?

- Hasta ahora…

Volvieron a mí las imágenes de la mañana. Me rendí frente al amor que me trajo el viento y así, a todo lo que este trajese consigo.