La ventana
La vista no ha cambiado mucho. Hay un carro más en la casa de al frente. El día está gris, igual que tu primer día aquí. Hay pájaros volando en el aire; fueron espantados hace unos minutos atrás por la llegada del dueño de la casa donde se encuentra el árbol en el que descansaban. La brisa tampoco sopla hoy. Hace calor. Estoy sentada en la esquina de la cama, la que queda junto a la pared. La misma en la que te sentabas los días que estuviste aquí. Me parece irónico que puedas recrear la vista desde mi ventana cuando quieras y yo no pueda tan siquiera estrechar la tuya. Así que la invento.
Hoy estás en la costa Atlántica del sur de Francia. No puedes ver el mar pero lo escuchas. El sonido de las olas en la arena te acuerda a mí. Hace unos días atrás, mirabas las mismas tonalidades grises que hoy visten el cielo acá desde la ventana de un hotel en Munich. Antes de eso, te sentabas en tu escritorio en Verona y mirabas la pared del edificio de al frente. Posiblemente, espiaste la vida de algún vecino. Sonreíste, o quizás te reíste a carcajadas por algo gracioso que presenciaste. Un mes atrás, la vista desde tu apartamento de Schwabing te hartaba. Añorabas un cambio de escenario y lo obtuviste.
Yo sólo puedo recrear la vista desde tu antiguo apartamento, también en Schwabing – la silla de cuero marrón, la pintura que te hizo tu ex espiando cada movimiento mío en relación a ti. Pero yo estoy sentada, mirando las paredes crema chantilly del edificio de al lado y las hojas revolotear, caer hacia el vacío de las ramas de un árbol semi-florido.
Este mes la Pinacoteca cumplió dos años. Una vez más, gracias por leer.
2 comment(s):
Happy beldai, preciosa. Lindo texto.
By Yolanda Arroyo Pizarro, at 29 enero, 2008 14:09
¡gracias yola!
By Iva, at 30 enero, 2008 12:24
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