De espaldas
Ya escucho a José roncar. Hasta con la puerta cerrada se percibe el alboroto. Parecen bramidos. Al menos ahora puedo ver mi programa tranquila. Sí, porque con lo mucho que me sirve el José este de hombre…Por eso me las arreglo yo solita, solitita. Hay veces que los compañeros preguntan porque ando de tan mal humor. ¡No les puedo decir! Esas cosas no se hablan en el trabajo. Entro al sitio web. Ni tan siquiera tengo que buscar donde se encuentran los videos. Llevo tanto tiempo visitando esta página que llego sin mirar. A veces pienso que soy un robot pre-programado, con las emociones digitalizadas; un ser frío que no necesita de pasión. Llevo una vida que me parece vacía, insignificante. Nadie lo ve porque me escondo detrás de mi sonrisa (todos dicen que tengo una sonrisa linda).
En casa me quito la máscara y soy otra, la que los demás no ven. Cumplo con hacer la comida y mantener la casa limpia, ordenada y recogida y al José que ni se me acerque porque sino me lo llevo enredado con la furia de mis palabras. Los pocos momentos de sosiego y felicidad me los provee “Los zapatos rojos” y no permito que nadie se interponga entre el computador y yo. Es mi ritual; lo único que me mantiene viva.
Las imágenes del episodio del tren comienzan a rodar por mi vida. Un extraño. Guapo, porque los hombres en estos programas siempre lo son. Preferiblemente que no se parezca en nada al José. Así que tendría que ser de pelo claro y ojos oscuros. El físico no importa porque la verdad es que mi marido hace tiempo dejó de parecerse al hombre del que me enamoré. Yo me he mantenido, a fuerza de que siempre me recuerda que tengo que verme bien para sus colegas. Los compromisos sociales que hemos adquirido a través de nuestros diez años de convivencia pesan como vaca.
En el tren llevo puesto un traje de los años 20, algo continental y elegante. Las mujeres de esa época siempre llevaban ropa distinguida, con sombrero, guantes, joyas, medias de nylon, tacones altos, el cabello arreglado en forma de paje, sólo unos labios rojos y relucientes, polvos y mascara como maquillaje. Mi nombre, Dorothy; el de él, Edward. Nos conocemos durante el abordaje, antes de descubrir que viajaremos juntos al mismo destino.
El viaje es largo y aburrido. Es verano. Hace calor. Edward y yo cenamos juntos en el carro de la comida. Los movimientos del tren hacen que él caiga sobre mí. Siento su cuerpo presionar sobre el mío, su aliento sobre mi cuello, su mano que roza el lado de mi seno. Se disculpa. Le digo que no hay de qué excusarse, que no pasó nada. No quiero dejarle saber que ha encendido mi pasión, que hace un tiempo enviudé y desde entonces no siento el calor de un hombre cerca.
La noche continúa y aún no hemos llegado a nuestro destino. Otros pasajeros suben y bajan pero Edward y yo permanecemos, hasta el final, hasta la última ciudad a la que llega este tren. El calor es exasperante. Me levanto para refrescarme incómodamente en el baño. Al salir, encuentro que Edward está esperándome. Me toma por la cintura y me besa los labios con fervor. Estos envían choques eléctricos que recorren mi cuerpo, despertándolo de su marasmo.
Trato de satisfacer mis deseos agraviados por la falta de atención del José, mientras hundo la mano en el surco del pubis para descubrir la humedad ansiada. Edward hace que me moje, que mi cuerpo ondule, se contorsione. Imagino sus besos sobre mis pechos; sus manos febriles los frotan antes de hurgar entre las piernas. Luego aprisiona ambas caderas y las sostiene cerca de las suyas. Presiona con toda su fuerza. Estoy lista para recibirlo.
Abro los labios de la vulva y froto debajo de los panties, le doy masajes, creo tocar fondo pero no llego. Sigo magreando, mientras veo como Edward vuelve a ponerme contra la pared al salir del baño una y otra vez pero no lo alcanzo. No entiendo por qué. Edward es el hombre que siempre he deseado, viril, decisivo, masculino. ¿Qué falta? Molesta, apago la computadora. Voy al cuarto. Allí está José. Sigue roncando. Trato de levantarlo pero no puedo. Entro a la cama y me acerco a él. Está de espaldas. Me acomodo justo detrás, como cucharas de lado. Subo la pierna para posarla sobre la de él y oprimo, no su pierna, sino los músculos pélvicos. Aprieto una y otra vez hasta que alcanzo el orgasmo que tanto he buscado sin que el José se dé cuenta.
Pintura:
Amadeo Modigliani
Desnudo de espalda, 1917.
22 comment(s):
Iva,
Me encantó la historia, una parte de mi vida se sintió identificada.
Fuiste refinada y sorprendente con el final.
Quién viajase en ese tren de fantasía!
Un besote!
By Avi Soneira, at 02 marzo, 2006 09:52
Que autentico y comun es este relato... tantas que han pasado por eso...
By Goddess, at 02 marzo, 2006 15:40
Iva, dominas con presición ese tema. Exquisitos los recursos que utilizas. Pero... hay por ahí unas "Josefas", sabes.
By Bohemia Musical, at 03 marzo, 2006 11:53
hmmm...quizas habemos muchas con el tal edward...;) relatas muy bien, espero el próximo prontamente :)
By jô, at 04 marzo, 2006 23:17
Que buen relato. Me salta una duda eso si, el problema es producto de la monotonía.
By Andres, at 04 marzo, 2006 23:54
Iva
Bastante sorprendente el final. Me identifique de cierta manera, habemos muchas que en algun momento dado de nuestra vida so~amos con un Edward, por tener al lado a un "Jose".
Saludos!!
By MaReS, at 05 marzo, 2006 13:04
Iva vuelves a impresionarme. Una historia en la que controlas la acción y te expresas rica, fina, sobria y elegantemente.
Del otro lado planteas una experiencia bella y erótica, pero a la vez triste y espeluznante.
La falta de atención, la rutina y la costumbre: ¡qué enemigos!
Te felicito: la sensuaidad y el erotismo lo recreas con excelencia.
By neftalicruznegron, at 05 marzo, 2006 13:07
Que pena que hay que pasar por un Jose para llegar a Edward...pero una vez llegas a el sientes que se lo debes a Jose...quien nos entiende!
By Alicia, at 05 marzo, 2006 21:18
Fuerte, preciso, interesante, conmovedor...me gustó mucho este relato. !!!!Buen trabajo!!!!
By Glifo, at 06 marzo, 2006 14:01
Avi - Gracias por lo de refinada, es lo que traté de lograr.
Goddess - tienes toda la razón, son muchas las que han pasado por la misma situación.
Quirón - ¿Cómo que hay Josefas por ahí? O sea, ¿la misma situación pero a la inversa?
Madam - ¡Nada peor que un orgasmo espantado!
Ojitos - Gracias por el cumplid =)
Paulo - ¡Bienvenido! Definitivamente, la monotonía tiene mucho que ver, pero quizás hay otras cosas, ¿no crees?
Mares - Tienes todita la razón.
Neftalí - Gracias, gracias, gracias.
Don Diego - Le doy la bienvenida. Pasaré por su blog a comparar nuestras "funciones comunicadoras".
Alicia - Las mujeres somos seres complicadísimos...
Glifo - Que bueno que te haya gustado. Fue un esfuerzo interesante.
Manuel - ¡Me honra su visita por estos lares! Oye, ¿y te pasó lo mismo con más de un solo hombre? ¡Eso es más caliente que mi simple fantasía con Edward! Yo también prefiero decir teta pero no creo que al personaje le guste esa palabra...=)
By Iva, at 08 marzo, 2006 01:53
uuuf...¿Cuántas mujeres sexualmente frustradas habrán por ahí? Yo no he llegado al extremo de buscar salidas en la computadora...pero he tenido parejas que dejaban mucho que desear, jeje...así que entiendo perfectamente.
Muy bueno el escrito. Me gustó especialmente el final. Esa pregunta de José le añade a toda la insipidez de su relación y su indiferencia sexual hacia ella.
Muy interesante.
By no apta para la humanidad, at 08 marzo, 2006 15:09
Me gustó mucho y el final me sorprendión, estuvo brutal.
By Gretchen Díaz, at 09 marzo, 2006 08:21
me sorprendió dije...jaja sorry
By Gretchen Díaz, at 09 marzo, 2006 08:22
Concuerdo con la opinión general, está buenísimo. Ahora bien, me encantaría leerme uno de una Josefa (que existen por montones). Un abrazo, keep up the fucking good work! (ay, que apto, ¿no?)
By Jorge Ariel Valentine, at 10 marzo, 2006 07:57
no apta- creo que tener parejas que dejen mucho que desear es ley de vida.
gremarie-me alegra mucho que te haya gustado el final =)
ernesto- eres un payaso =) vamos a ver si hago una secuela con una josefa, a petición popular...
By Iva, at 12 marzo, 2006 15:50
Enhorabuena, siempre es un placer leerte. Refrescante...suerte
By José Miguel, at 13 marzo, 2006 20:08
Perdona mi expresión pero, Umjú!!!!!
By Bohemia Musical, at 13 marzo, 2006 20:17
Ay, Iva...pasé por acá y casualmente vi tu respuesta...¡¡Qué tristeza que algo tan horrible y frutstrante sea ley de vida!!!...pero es cierto. Esperemos que en realidad exista el karma :D
un abrazo!!
By no apta para la humanidad, at 14 marzo, 2006 08:18
JM- ¡bienvenido! me alegra que la lectura de mis textos te parezca placentera.
quirón - ¿cómo que umju?
no apta - chica, no sé, no lo digo por mí. es simplemente que creo que todo el mundo pasa por eso en algún momento. pero tienes toditita la razón, el karma existe. ¡que viva el karma!
By Iva, at 14 marzo, 2006 14:16
Umjú!!!!
By Bohemia Musical, at 15 marzo, 2006 05:50
El final está exquisito.
By Awilda I. Castro Suárez, at 17 marzo, 2006 21:32
Saludos Pinacoteca. Me encanto tu escrito. Desgraciadamente nosotros los hombres (en terminos generales) no hemos llegado a la empatia necesaria para lograr que muchas mujeres se sientan mujeres. Por el trabajo, te felicito. Para mi estuvo muy bien desarrolado, y el final...me sacudio. DESGRACIADAMENTE hay hombres que contestan asi. Por hombres como "Jose" es que muchas veces algunas mujeres clasifican mal a ciertos hombres. Como sea, te felicito por tu escrito. Muy erotico. Espero otro igual...
By PEREGRINO, at 01 mayo, 2006 20:25
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