Algunas aberraciones y un orgasmo
Hace poco más de dos años que no publico entrada alguna en este blog. Sirvió, en su momento, como un ejercicio de creación y gestación que me abrió muchas puertas y a través del cual conocí muchísima gente linda.
¿Qué me hace escribir aquí luego de dos años? La publicación de mi libro artesanal "Algunas aberraciones y un orgasmo". El mismo fue diseñado por Nicole Cecilia Delgado e ilustrado por Xavier Valcárcel y Rubén Rolando Solla. Para obtener una copia, pueden comunicarse conmigo escribiendo a ivathewriter@gmail.com.
No creo que regrese a escribir nuevamente en este espacio. Pero lo dejaré abierto para los que sí quieran participar de él.
Si interesan seguir leyéndome, llevo un blog en inglés titulado "Formaldehyde".
¡Abrazos a todos!
Tarta de nueces
Hace unos días fui a Oktoberfest en Casa Bavaria con algunas amigas de la blogosfera. Como Jo, La Madam, No Apta y yo somos fanáticas de todas las artes culinarias, decidimos probar varios platos del cocina alemana. Nos llenamos los ojos y la boca de bratwurst, sauerkraut, ensalada de papas, papa majada y spaetzle. Para tener la experiencia completa, pedimos dos postres: black forest y una tarta de nueces. El pedazo no hizo mas que caer en mi boca y me remonté a la cocina de mi casa, hace más de una década atrás. Mi abuela batiendo, yo sentada en la mesa que estuvo allí hasta hace unos meses. La receta la obtuvo de su hermana. Todas tenían don en la repostería: el de Marcella era los bizcochos, el de Gloria las tartas de banana, el de Bernice nunca me lo revelaron pero el de mi abuela era la tarta de manzana. Esa noche, mi abuela se antojó de hacer un bizcocho de nueces. Yo, como siempre, le serví de asistente. Diligentemente, batí los huevos, mezclé los ingredientes líquidos y poco a poco añadía a los secos mientras mi abuela hacía su magia. Mientras esperabamos que se cocinara, picamos unas nueces para ponerlas sobre el frosting. Hablábamos de todo y de nada. Hablábamos hasta que llegara la madrugada. Ese día no fue así. El postre no estaba bien cuando lo sacamos del horno. No sé qué sucedió en el proceso, que el famoso bizcocho de nueces quedó maltrecho, de lado, con el relleno saliéndose. Mi abuela, terca al fin, decidió ponerle el frosting y las nueces decorativas de todos modos. "No voy a desperdiciar los ingredientes," fue lo que me dijo. Aquel bizcocho se veía realmente triste. Tenía miedo probarlo. La reputación de mi abuela en la cocina no era muy buena. Sólo sus postres y la cena de Acción de Gracias le quedaban bien. Fui atrevida. Corté un pedazo del bizcocho. Me lo tragué en dos minutos. Sabía a gloria. Lo feo no tenía nada que ver. La mezcla de la nuez moscada, la canela y los demás ingredientes era adictiva. Tanto así como la tarta de nueces en Casa Bavaria. En honor al tercer aniversario de la muerte de mi abuela, Eileen Figueroa Bertrand